Clamo al Señor que me guíe. Que me haga ver claramente Su alto camino, y su plan perfecto. Desesperada, temiendo sentimientos confundidos, no quiero perderme la voluntad suya. Como si no estuviera su columna de fuego en la noche, de nube en el día, dando guía y protegiendo del desierto. Como si no estuviera cerca y atento. Con cada suspiro, momento orando, mi fe, mas no su amor hacia mí, aumenta.
poesía cristiana
El solitario

Hay soledad en aislamiento. Silencio implacable. Vacía reflexion. Y vanas amistades de la pantalla azul. Hay soledad en compañía. Palabras y respuestas con poca comprensión. Suspiros de alivio comunes al partir. La soledad, inevitable. Mas Dios al solitario le hace habitar en una gran familia, en plena comunión.

Isaías 61: 1 y 3 en verso

Días de luto, tras la angustia de noches frías de tribulación. Cada sueño hecho ceniza, tu devastación concluida. La vida repleta de aflicción. Mas Dios ordena: ya no cenizas de desolación sino gloria. Ya no quebranto a lamentar sino gozo. Ya no la angustia en su desnudez sino un manto de alegría.
la tormenta que conozco

Esta tormenta la conozco. Los truenos, las olas, el viento cruel, Entraron hasta mi alma con amenazas que me helaron. Y luego, desvaneció. La tormenta me dejó quebrantada, pero me dejó. A ella, esta tormenta la ataca, la ahoga, la cansa… y yo nada puedo hacer. Esta tormenta la conozco. Esta tormenta, la vuelvo a ver. Los truenos, las olas, el viento cruel, Hoy entran hasta su alma, Con amenazas que la helan, y se vuelven realidad. Mas, sí puedo compartir: “Esta tormenta la conozco, sé que a tu alma trae terror. Pero también, conozco a Alguien que aún esta tormenta, los vientos y el mar le obedecen.”