Mi gran propósito es ser como Cristo. Y todo lo que Dios trae a mi vida— las bendiciones y tribulaciones, cada lucha, maravilla o triunfo— son simples herramientas en sus manos, en manos del carpintero perfecto. Y cortan, aplanan, lijan y pulen, y al fin, mi alma, hermosa y útil, reflejará en sus brillantes facetas a Aquel que con tanto amor la labró.
la belleza
días cotidianos
Hay más honra para Dios En días cotidianos bien vividos Que en actos “muy gloriosos”. Se complace mucho más En días cotidianos bien vividos.
Mi principito
Yo conozco un principito, cachetón y muy travieso. Es un niño exquisito, su carita exige un beso. Tiene boca encantadora, como un botón de rosa, una risa que enamora, y sonrisa muy graciosa. Sobre ojitos avispados, elocuentes cejas tiernas. Siempre trae los pies cruzados, bajo largas, fuertes piernas. Sus deditos son preciosos, (los nudillos con hoyuelos), que dirigen, imperiosos, el andar de sus abuelos. Y si éramos felices, él nos convirtió en trío, trajo gozo con matices, Principito, ¡niño mío!
Cuando camino
Cuando camino, mi mente, que vuela junto con las aves, regresa tan brillante como el sol de la mañana.
Cuando camino, la brisa me acaricia y mi corazón ondea como flores delicadas de la mañana.
Cuando camino, mis ojos descansan en los tonos verdes de árboles repletos de rocío de la mañana.
Cuando camino, el mundo entero al Creador da gloria y juntos alabamos a la Estrella de la mañana.