Como padres nuevos, mi esposo y yo queremos hacer todo lo posible por establecer el mejor hogar posible. Un hogar lleno de cultura, de retos físicos y mentales, de aprecio por lo práctico, al igual que lo bello, pero más que nada, un hogar piadoso, un hogar que honra a Dios.

En Deuteronomio 11:18 al 20 creo que encontré cómo establecer ese hogar.
“Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos. Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes,y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas…”
Aquí están las instrucciones para un hogar piadoso. Todo empieza con uno, de manera personal.
En el versículo 18, la Palabra de Dios debe estar:
En mi corazón: dirige mis emociones.
En mi alma: dirige mi ser, quién soy.
En mi mano: dirige lo que hago.
Entre mis ojos: dirige lo que veo, o quizás mejor dicho, en lo que enfoco la mirada.
Es que nosotros muchas vemos tenemos esto al revés. Permitimos que nuestras emociones nos guíen. Creemos que lo que rige nuestra vida es quienes somos, según nuestra personalidad o nuestros rasgos de carácter más fuertes. Para saber todo sobre alguien, le preguntamos a qué se dedica, como si su trabajo lo definiera. Y nos dejamos llevar por lo que vemos. Pero, todas estas cosas que creemos que nos definen como personas, se deben verificar, y de hecho, regir por la Palabra de Dios.
Luego, las instrucciones sobre el hogar en general. El versículo 19, indica qué estará en mi boca. Debo hablar de la Palabra de Dios:
Sentado en la casa: relajado con la familia.
Andando por el camino: en las actividades del día con otras personas.
Acostado en la cama: descansando con mi pareja.
Levantándome por la mañana: al iniciar el día solo.
Sin importar con quién hablamos, aunque sea solo nuestro monólogo interno, tenemos un tema recurrente. ¿De qué hablamos? Cuando pasamos un rato en familia en el patio, cuando conversamos con conocidos en el trabajo o la escuela, cuando platicamos con nuestra pareja, y en nuestros pensamientos a solas ¿cuál es nuestro tema? No deben ser exclusivamente las Escrituras. Pero sí, debe estar siempre en conformidad con la Palabra de Dios.
Finalmente, lo que me pareció más importante para un hogar piadoso, se encuentra en el versículo 20. La Palabra de Dios está escrita en dos lugares claves de la casa:
En los postes de la casa: sostiene al hogar.
En las puertas: se anuncia a los vecinos y a los que pasan.
La Palabra de Dios debe ser las columnas que sostienen nuestro hogar. Sobre ella tomaremos las decisiones para nuestra familia, sobre ella nos apoyaremos para saber qué permitir y qué no, sobre ella fundaremos los principios que inculcamos en nuestros hijos.
Y la Palabra de Dios debe desplegarse abiertamente desde mi hogar hacia el mundo. Mi testimonio debe ser claro. La Palabra de Dios, escrita en mi puerta.
¡Qué reto tan grande!
Dejarme dirigir por la Palabra de Dios de manera personal. Hablar de la Palabra de Dios con todos los que me rodean. Basar mi hogar en la Palabra de Dios y dejarlo muy en claro para los que pasan por la puerta.
Pero, ¡qué belleza de hogar! ¿No?