Ayer me tocó leer el primer capítulo de Hebreos y lo primero que sobresalió fue el versículo 12 que, hablando del Hijo, dice, “Tú eres el mismo.”
El Señor no cambia.
Y este tema vuelve a sobresalir vez tras vez en el capítulo.
Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo…Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra…los cielos…ellos perecerán mas tú permaneces…tú eres el mismo, y tus años no acabarán.
Hebreos 1 me dio un aprecio especial para el carácter incambiable y la eternidad del Señor.
En el principio fundó la tierra. Antes de que existiera el tiempo y el espacio, existía Él! Y hoy, Él permanece. Igual. ¡No hay en Él ni una sombra de variación! Y algún día cuando los cielos se hayan envuelto como una prenda sucia, cuando la tierra ya no sea la misma, el Señor seguirá sin cambiar. Él es el mismo y sus años no acabarán.
“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Hebreos 13:8
“Yo, Jehová, no cambio.” Malaquías 3:6
