Mi Dios, te pregunto a veces ¿Por qué, oh, Señor? Esta tragedia. La dificultad. ¿Por qué me llevas por el valle, valle de la sombra de muerte? La fría crueldad de la tormenta entra a mi alma. Y ¿por qué hay tanto qué sufrir? Pero, hoy, mi pregunta es otra. ¿Por qué no, Señor? Yo ya no sufro. Pero otros sí. ¿Por qué, para mí, la tormenta desvaneció como la niebla? Cuando alrededor veo tragedias, valles de sombra y ¿por qué a mí no me tocó?