mi motivo al orar SÍ importa

¿Sabías que no sólo es importante orar, sino reconocer por qué oras?

Yo no lo sabía, hasta hace poco.

Hace unas semanas, estaba en la cocina lavando trastes y pidiéndole al Señor por la salvación de una persona que tenía como un mes de haber conocido. Es una chica muy amable y parece que tenemos bastante en común.

¡Y cuánto deseaba poder compartirle el evangelio!

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Imagen de Catt Liu en Unsplash

Entonces, estaba orando por su salvación.

Y francamente, no recuerdo cómo fue que me empecé a preguntar por qué estaba pidiendo eso. Jamás se me había ocurrido preguntarme por qué oraba por tal o cual cosa. Simplemente, oraba.

Pero, en esta ocasión, el Señor me detuvo y me hizo preguntarme por qué pedía por la salvación de esta chica.

La respuesta me avergonzó.

Yo estaba orando por ella porque me cae bien y quisiera tenerla como amiga.

¡Qué egoísmo!

Yo pedía por su eterna salvación, yo pedía por la oportunidad de compartir el evangelio con ella porque yo quería otra amiga.

Y luego, me di cuenta de que la otra petición que había hecho ese día tampoco tenía los motivos correctos. Yo había estado orando por una hermana, que el Señor tocara su corazón y le diera la convicción de cómo debería vestir una seguidora de Cristo.

Pero, mi motivo era que ella no estaba vistiendo como yo creía que debería vestir.

¡Era lo mismo!

Yo estaba pidiendo que el Señor hiciera algo bueno (no es malo ser salvo, ni obedecer el mandato de decencia en vestimenta), pero por los motivos incorrectos.

El problema era que los motivos eran personales, eran egoístas.

Mi motivo al orar por otros siempre, siempre, siempre debe ser la gloria de Dios.

Que Dios sea glorificado.

Entonces, seguiré pidiendo que esa chica sea salva. Seguiré pidiendo que el Señor ponga convicción en el corazón de esa hermana.

Pero será porque la salvación de esa chica le dará gloria a Dios. Y la vestimenta decente de esa hermana dará gloria a Dios.

Y aunque nunca llegue a ser mi amiga esa chica y aunque esa hermana vista decentemente pero no como yo hubiera elegido, el propósito se habrá logrado.

Dios recibirá gloria.

Ésa es la motivación correcta en la oración.

Comentarios: ¡me encantaría saber qué piensas!

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