lo perseguí

Lo perseguí por las calles, mis tenis pegaban el asfalto caliente en un ritmo que era eco de sus pasos. El sol quemaba mi cabeza, no había brisa para refrescar. El sonido del tráfico no me dejaba pensar. Un claxon. Un ladrido. Una campana. Y había rodeado una esquina. Desapareció. 

Lo perseguí por los campos, en el lodo fértil de las fresas. Los árboles daban sombra y escondite. Solo se oía su respiración agitada y el correr del agua en el canal. A orillas del campo, cerca del canal, entre el follaje desapareció. 

Lo perseguí por la noche, mis ojos buscaban entre las estrellas su forma efímera. El viento de la noche penetró hasta mis huesos y las nubes encubrieron el cielo. Las luces de la ciudad por un lado y el bosque por el otro lado, pero en ninguno lo encontré. Desapareció. 

Lo perseguí por las mañanas, al salir el sol del horizonte. Los pájaros cantaban, me impedían oír el latido de su corazón. La frescura del día cargaba su aroma pero guardó sus secretos. El cielo silencioso se volvió azul y él, junto con los colores de la aurora, desapareció.

Lo perseguí hasta perder esperanza. Y cuando me detuve, vi que había dejado en mis manos todo lo que yo buscaba.  

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