Hace unos años, me contaron algo que casi me hizo llorar. Lo escribí en el momento y lo acabo de volver a encontrar.

Betito* tiene 5 años y es uno de mis alumnos más quietos.
Después de un año en mi clase bíblica, por fin comienza a responder a las preguntas. Las únicas participaciones que ha tenido hasta ahorita, son en decir su versículo de memoria. Betito es un niño pequeño, con pancita de bebé aún y ojos cafés grandes. Su cabello es castaño claro, tan claro que casi se ve rubio, y tan corto que a penas se le notan los rizos. Aunque, es muy educado, siempre parece estar distraído, esté en clase o platicando después.
Es uno de los alumnos que no sé si realmente están absorbiendo la información o no.
Sus padres han tenido problemas con su familia durante años porque es muy religiosa. Y desde que murió la bisabuela de Betito, todo se ha puesto peor. Hace unos días, estaban visitando a su abuela cuando ella le dijo que iban a orar por el alma de su bisabuela.
Él le contestó que no, que él y su mamá ya iban a salir.
Le contestó su abuela, “Bueno, vamos a rezar a la Virgen para que te proteja y te lleve con seguridad a donde vayas.”
“No necesito a la Virgen. El Señor Jesucristo murió por mis pecados.”
“¿Quién te dijo eso?”
“Mi maestra Erika.”
A mi si me hizo llorar!!!
Awww… ¡esperemos que Betito recuerde la lección toda su vida!