Hay algo que apaga el celo misionero como ninguna otra cosa. Algo que, cuando sucede, disminuye el deseo de compartir el evangelio. Se puede decir que es la causa número uno de que los creyentes no seamos misioneros.
¿Y qué es esta cosa con efectos tan terribles?
Es el dejar de pasar tiempo con el Señor a diario.
¿A poco es tan importante el tiempo devocional?
Sí. Los momentos que pasamos con el Señor nos inspiran y fomentan el deseo de compartir acerca de esta maravillosa Persona y todo lo que ha hecho. Leyendo Su Palabra aprendemos la importancia de predicar el evangelio y vemos ejemplos de cómo hacerlo. En oración, nos comunicamos con Él, nos desahogamos y dejamos nuestras preocupaciones en las manos del Padre. Y experimentamos Su amor de manera muy personal.

Después de pasar tiempo en presencia de un Padre tan amoroso gracias a un Salvador tan fiel, ¿cómo no compartir el evangelio? Después de leer los mandatos a ir y predicar el evangelio para la salvación de almas, ¿cómo quedarnos callados?
La falta de tiempo devocional es una de las razones más comunes por las que los creyentes no somos misioneros.
Si queremos mantenernos firmes y fervientes en nuestra obra para el Señor, es imprescindible que pasemos tiempo con el Señor a diario.
Aunque falte tiempo.
Aunque tenga sueño.
A pesar de cualquier dificultad emocional o física que esté pasando.