Hace dos años publiqué esta entrada en el blog en inglés, pero es un mensaje que nunca me cansa. Espero te inspire al vivir tu vida como cristiano misionero.
Hace unos meses Ricky predicó de 2 de Reyes 7 y vimos la historia de los leprosos que estaban afuera de la ciudad sitiada de Samaria.
Por si no lo has leído últimamente, te recuerdo rápido de qué trata. Israel estaba peleando una guerra y el enemigo habit sitiado la capital durante tanto tiempo que ya no había comida. Estaban perdiendo Esperanza y si los que estaban adentro de la ciudad estaban sufriendo, la situación de los leprosos que estaban afuera, era aún peor. Por eso, los hombres habían decidido entregarse al enemigo y pedir comida. Lo peor que les podría pasar era que los matarían, pero si se quedaban como estaban, también morirían.
Entonces, fueron al campamento enemigo. Y en lugar de toparse con soldados, encontraron riquezas. Tesoros por todos lados. Ropa, dinero ¡y muchísima comida! Todo estaba abandonado, Dios los había espantado para proveer para Su pueblo.

¡Qué sorpresa! Los leprosos se emocionaron, comenzaron a correr por el campamento, tomando las cosas y escondiéndolas. Pero, pronto, se detuvieron.
“No estamos haciendo bien. Hoy es día de buenas nuevas, y nosotros estamos callados. Si esperamos hasta la luz de la mañana, nos alcanzará la maldad. Ahora pues, vayamos, entremos y demos la noticia a la casa del rey.” (1 Reyes 7:9.)
Rápido llevaron las noticias a la ciudad y al día siguiente, todos los de la ciudad tenían suficiente para comer, tal como lo había profetizado el hombre De Dios.
Pero, esa exclamación de los leprosos me recordó a mí.
Este es el Día de la Gracia. Este es el día de Buenas Noticias. ¿Y yo guardo silencio? ¿Yo callo? No hago bien. ¿Qué sucederá si espero hasta que haya pasado el día? ¡Qué consecuencia tan terrible!
¡Éste es el momento de proclamar las Buenas Noticias! ¡Hoy es el día de salvación! Hoy es el día para ir, en arrepentimiento, a Cristo.
¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído?
¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
Tal como los leprosos, ¡recordemos que hay personas que están muriendo!
Las personas se están perdiendo y nosotros tenemos lo que les hace falta.
¿Cómo no decirles?