Nunca tomes una decisión basada en el temor.

No recuerdo en dónde leí esa frase pero muchísimas veces viene a mi mente cuando tengo que tomar una decisión.
Es que es tan fácil dejarnos regir por el temor.
En decisiones cotidianas, como cuando tememos que si somos vulnerables con nuestros hermanos en Cristo nos criticarán, entonces mejor no compartimos.
En decisiones insignificantes, como cuando tememos que si no tenemos una cuenta en Facebook vamos a perdernos la vida social que tienen nuestros amigos, entonces mejor abrimos la cuenta.
En decisiones importantes, como cuando tememos que si permitimos que el Señor elija nuestra pareja será alguien con quien no podremos ser felices, entonces tomamos esa decisión sin consultarlo.
Y muchas veces ni cuenta nos damos de que detrás de todas nuestras consideraciones, hay un temor que dirige todos nuestros pensamientos hacia una elección u otra.
Por eso es tan saludable preguntarnos, antes de tomar una decisión: ¿cuál es mi temor sobre esta decisión? Una respuesta sincera puede ser muy reveladora.
Pero, 2 Timoteo 1:7 nos dice:
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía [de temor], sino de poder, de amor y de dominio propio.”
Mientras que el temor puede ser algo que Dios usa (y además del instinto de proteger nuestra vida en situaciones de riesgo físico), en general pienso que el temor, más que nada, es una herramienta del diablo.
¿Cuántos folletos no hemos regalado por temor? ¿Cuántas meditaciones sobre Cristo no hemos compartido por temor? ¿Cuántas decisiones hemos pospuesto por temor?
¿Habrá algo que el Señor te está llamando a hacer y no has respondido por temor?
El temor es controlador, rige nuestras vidas con vara de hierro y dirige nuestras decisiones con punzadas de hielo. Y por eso digo que es mayormente herramienta del diablo.
Dios nos guía a tomar las decisiones correctas con paz. Dios nos impulsa a actuar por medio de Su paz. Dios no solo nos lleva a través de situaciones terribles, sino que en ellas nos da consuelo, con su paz.
Espero estos pensamientos te ayuden la próxima vez que sientas la mano fría del temor en tu corazón.
Dios nos guía con paz, y Su perfecto amor echa fuera el temor.
Podemos seguir adelante, tomar el siguiente paso, sin escuchar el clamor del miedo, porque Dios nos guiará en paz.