el reto de hablar de Dios (con los hermanos)

Mi amistad con Raquel transformó mi relación con Dios.

Antes de conocerla, mi tiempo de oración y mi lectura bíblica eran más como un ritual que una relación. Sabía que Dios me estaba escuchando. Sabía que Dios me podía hablar. Pero, esa cercanía con Dios, yo no la sentía, sólo era algo que sabía.

Raquel, por otro lado, era amiga de Dios.

¿Y cómo supe que su relación con Dios era diferente a la mía? ¿Cómo llegué a anhelar esa amistad con Dios que ella tenía?

Simplemente, porque ella hablaba de Él.

Cuando ella mencionaba su tiempo devocional, sus ojos brillaban. Cuando me comentaba de sus oraciones, su voz estaba llena de la convicción de que era una conversación entre una hija y su Padre, no un monólogo dirigido al cielo. Cuando Raquel hablaba de su Señor, su sonrisa declaraba que Él era la persona más importante en su vida.

Y fue gracias a mi amistad con ella, cuando ambas teníamos 18 años, que nació en mí el deseo de también tener una relación íntima con Dios.

Busqué a Dios de manera más intensa, leí Su Palabra con más atención, le pregunté cosas más específicas… y también empecé a conocer a Dios de esa manera tan cercana. Hasta la fecha, lo que Raquel me comentaba en nuestras conversaciones tiene un impacto positivo sobre mi relación con Dios.

Todo porque Raquel habló.

Y ese es el reto que te propongo para este fin:

habla de Dios.

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Imagen de Cole Hutson / CC-BY

Comenta con un hermano o una hermana en Cristo lo que Dios ha hecho en tu vida últimamente. Comparte algo que Dios te mostró en tu tiempo devocional diario. Menciona eso que le estuviste pidiendo a Dios desde hace tiempo y que Dios ahora te está contestando.

¡Habla de Dios con los hermanos!

Quizás este fin, tú también puedas transformar la relación de otro creyente con Dios.

Comentarios: ¡me encantaría saber qué piensas!

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