He estado meditando en el siguiente versículo últimamente.
Jesús le dijo:
—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Mateo 22:37
La Palabra De Dios nos instruye en este versículo a usar tres cosas que pensamos que no se pueden controlar: el corazón, la voluntad y los pensamientos. Pero, a través de la Biblia, es muy obvio que Dios espera que los controlemos.
Y no solo que tomemos el control de cada uno de estos aspectos de nuestro ser, sino que los controlemos para un propósito: el amar a Dios (y por ende, a nuestro prójimo).
De hecho, este versículo nos ayuda a definir el amor.
¿Qué es el amor?

Según Mateo 22:37, es la unión de propósito de tu corazón, tu voluntad y tus pensamientos.
¿Y ese propósito?
El bien del Amado.
Es un reto para nuestra vida cristiana.
Mis deseos deben ser solo para el bien de Dios.
Mi voluntad debe ser solo para el bien de Dios.
Mis pensamientos deben ser solo para el bien De Dios.
Pero, precisamente el hecho de que son cosas que tengo que controlar indica que esto no vendrá de manera natural. Tendré deseos en mi corazón que van en contra de la gloria de Dios. Es mi responsabilidad enfrentar esos deseos y reemplazarlos con el deseo de darle gloria a Dios. Mi voluntad querrá hacer cosas que no dan gloria a Dios. Es mi responsabilidad nunca, nunca hacer algo a propósito, es decir, de manera voluntaria, que va en contra de la gloria de Dios. Llegarán a mi mente pensamientos que no dan gloria a Dios. Es mi responsabilidad desechar esos pensamientos y enfocar mi mente en lo que sí le da gloria.