En Lucas 22:54-62 leemos la triste historia de Pedro cuando negó a Cristo. La última vez que leí este pasaje, lo que resaltó fue la última frase del versículo 54.
“Y Pedro le seguía de lejos.”
Creo que esta frase es la clave para el resto de la historia.

Pedro le estaba siguiendo, pero a una distancia “razonable”. Había pasado su época de “fanático” (todos seguramente recuerdan el incidente con la espada). Ahora, seguiría a Cristo de una manera más moderada.
Quizás aquí podamos notar la tendencia de los seres humanos hacia los extremos. Pedro quería seguir a Cristo con mucha pasión, pero tenía poco entendimiento. Luego se distanció de Cristo, tanto que terminó totalmente separado de Él.
Pero, ese no es mi punto en esta entrada.
Mi punto es señalar el peligro de seguir a Cristo de lejos.
Lo mejor que podemos hacer en esta vida es permanecer cerca del Señor.
El que sigue a Cristo de lejos, no lo ve todos los días. No tiene conversaciones con Él a diario. No ve las huellas de Sus pisadas para seguirlas con precisión. No conoce su corazón.
Y, quizás, el cristiano que sigue a Cristo de lejos, también llegue a encontrarse en una situación como la de Pedro, a punto de negar que siquiera conoce a su Señor.
Entonces, te dejo con el reto, y es algo que yo también tengo que enfrentar.
¿Desde dónde sigo a Cristo?
¿Sigo a Cristo desde lejos?
¿O estoy con Él siempre? ¿Camino con Él? ¿Platicamos a diario? ¿Me muestra lo que hay en Su corazón? ¿Sé lo que es disfrutar de su presencia día con día?