Hay días que no te sientes muy bien.
Días en los que tus fallas se ven magnificados hasta sentir que ya no hay por qué seguir adelante.
Al diablo le encanta que pensemos así. Él fomenta la idea que “lo poquito que puedes ofrecer al Señor no tiene suficiente valor.” El Enemigo quiere convencerte de que no vale la pena echarle ganas al servicio del Señor y usa mil y un razones para hacerlo.
“No haces lo suficiente.”
“Eres sólo una persona.”
“¿Quién te crees?”

¿Pero, sabes qué? Cuando tengo días así, pienso en Isaías 53:11.
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho;”
Cristo está satisfecho con el fruto de la aflicción de su alma.
¡Contigo!
¡Tú eres el fruto de la aflicción de su alma!
Cristo te ve y está satisfecho. Él está obrando en tu corazón para formarte cada vez más a Su imagen. Él te impulsa a servir aún en lo pequeño. Él toca tu espíritu para que hagas lo correcto aunque sea difícil.
Y está satisfecho contigo.
Eso no nos da motivo para flojear en la vida cristiana. Al contrario, ¡es ánimo a seguir adelante! Así como los papás están encantados con los esfuerzos de su bebé al dar su primer paso tembloroso y lo felicitan por su progreso, Cristo aprecia tu esfuerzo.
La próxima vez que sientas que no tienes por qué seguir, recuerda la obra de Cristo. Él te compró con su vida.