Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Mateo 28:17
La reacción natural e inmediata de las persons que vieron a Cristo y todo lo que Él era fue adorar.
Hasta la fecha así es.
Cuando uno ve a la gloria de Cristo, Su poder, Su amor, Su gracia… la única reacción es adoración. Es natural y lógico.
Entonces, ¿qué pasa en mi vida cuando no me nace la adoración?
Cada creyente tiene momentos en los que cuesta adorar, en los que no es natural adorar. ¿Qué pasa allí?
Voy a sugerir que si no nos encontramos en la primera parte del versículo, nos encontramos en la última: “pero algunos dudaban.”
Si no adoro al verlo, es porque en el fondo de mi corazón dudo de algo de su persona. Y no me refiero a duda intelectual, porque un creyente sabe y cree que Cristo es Todopoderoso, es Amor, es Gracia, es abiduría etc. Nunca lo negaría, pero saberlo y creerlo en práctica son dos cosas diferentes.
Y suceden cosas en la vida que nos causan dudas.
A mi mejor amiga le da cáncer y dudo de la bondad de Dios.
Me falta para darle de comer a mis hijos y dudo de la sabiduría de Dios.
La guerra se lleva a mi hermano y dudo del poder de Dios.
Y me cuesta adorar. No me nace adorar. Ni deseo adorar.
¿Qué hacer, entonces, para volver a darle a Dios lo que se merece? ¿Cómo volver a adorar?
Ver a Cristo.
Ver a Cristo, tal como es.
En toda Su gloria. Y Su poder. Y Su amor.
Y al ver a Cristo, tal como es, al verlo verdaderamente, uno deja de dudar.
Y al ver a Cristo, tal como es, uno vuelve a adorar.
