Sabemos que Dios vez tras vez ha hecho todo lo posible por habitar con los seres humanos. Pero, un Ser supremo, de justicia perfecta, de bondad perfecta, de santidad perfecta está tan elevado en comparación con estas pequeñas criaturas tan llenas de pecado, de imperfección y de rebelión… ¿cómo podremos habitar juntos?
Esa es la historia de la Biblia. Todo se trata de precisamente ese problema y la solución: Cristo. El Antiguo Testamento está lleno de ilustraciones, sombras, figuras de Cristo.
Una de las ilustraciones de Cristo más preciosas para mí es el tabernáculo. Y en el corazón del tabernáculo estaba el propiciatorio. Dios prometió estar ahí. El propiciatorio sería su habitación en la tierra.
“Allí me encontraré contigo, y desde encima del propiciatorio, de en medio de los querubines que están sobre el arca del testimonio, hablaré contigo de todo lo que te mande para los hijos de Israel.”
Éxodo 25:22
¿Pero qué era el propiciatorio? ¿Porqué estaría la presencia de Dios ahí y no sobre algún otro mueble del tabernáculo? ¿Porqué no sobre el altar de bronce donde se hacían los sacrificios o sobre el altar de incienso en donde adoraban?
¿Qué tenía de especial el propiciatorio?
El propiciatorio era un mueble hecho totalmente de oro que funcionaba como la tapadera del arca del pacto (o el arca del testimonio, como se le llama en la RVR 2015). Tenía dos esculturas de querubines, uno a cada extremo, que miraban hacia el centro del propiciatorio y extendían sus alas sobre él. Y una vez al año, entraba el sumo sacerdote de Israel al Lugar Santísimo y salpicaba sangre hacia y en el propiciatorio. En ese día el Señor perdonaba los pecados de Israel, les era propicio, es decir, les mostraba misericordia.
Es impactante que el lugar de la presencia de Dios era el lugar de la misericordia.
Solo gracias a la misericordia era posible que Dios habitara entre ellos.
Hoy Dios también quiere habitar enter nosotros. ¿Y cuál es la base de la presencia de Dios entre Su pueblo?
Sigue siendo Su misericordia.
Cristo mismo fue la propiciación para poder acercarnos a Dios.
“…Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre…”
Romanos 3:24, 25
Así, la distancia causada por el pecado desapareció gracias a la propiciación que hizo Cristo, gracias a la misericordia que nos mostró Dios.
“Cristo también padeció una vez para siempre por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios;”
1 Pedro 3:18
“…no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia…”
Tito 3:5
Hoy, Dios habita con cada creyente. Ya no esperamos que un sumo sacerdote entre ante el propiciatorio una vez al año. Hoy tenemos libre entrada, gracias a nuestro Gran Sumo Sacerdote quien abrió el velo para permitirnos libre acceso a Dios.
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, …acerquémonos…”
Hebreos 10:19-22
Y cuando entramos ¿qué encontramos?
Aún hoy, vemos un propiciatorio, un lugar de misericordia y, así como en el tabernáculo del Antiguo Testamento, lo vemos cubierto de sangre. Pero, no de animales, sino sangre de nuestro Señor Jesucristo, quien obtuvo misericordia para cada creyente.