Todos los días oramos.
Al menos, queremos orar todos los días. Queremos orar por nuestras familias, por nuestros amigos, por los hermanos de la asamblea… ¡todos necesitamos a Dios tanto!
Y queremos apoyar en la oración.
Pero, no sé si a ti te ha pasado lo que a mí: orar lo mismo para la misma persona puede llegar a ser monótono.
Si todos los días, o tres veces a la semana, o cada lunes oras por la salvación de cierta persona, llega un momento en el que te das cuenta de que estás usando las mismas palabras vez tras vez y te preguntas si Dios se aburre tanto con tus oraciones como tú.
¡Y esto no quiere decir que te cansaste de orar!
Al contrario, quieres seguir haciéndolo pero sabes que estás diciendo lo mismo cada vez y hasta llega a parecer vana repetición.
¿Cómo resolver esto?
El año pasado me compartieron una forma de orar que ha cambiado cómo hago petición por mis conocidos.
¡Es simplemente orar la Escritura!
O sea, usar las palabras de la misma Biblia para estructurar mi intercesión. Esto cambia mi oración todos los días porque me estoy basando en un versículo o un grupo de versículos diferente cada vez que oro.

¿Cómo se hace?
Pues, primero elige un versículo o un pasaje. Y luego, parafraseas el versículo como petición para la persona por la que estás orando.
Por ejemplo, supongamos que vas a orar el Salmo 21 por los miembros de tu familia. El versículo 1 dice así:
El rey se alegra en tu poder, oh Jehová;
Y en tu salvación, ¡cómo se goza!
Entonces, orarías algo así:
“Te pido que mi mamá se pueda alegrar en tu poder, oh Dios. Que se goce en tu salvación hoy.”
O digamos que estás orando por por un amigo inconverso y estás leyendo Romanos. El capítulo 6 y versículo 1 dice:
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
Este versículo es realmente para creyentes, pero puedes adaptarlo para tu oración de ese día. Quizás sería algo así:
“Padre, te pido que salves a mi compañero, que sea convencido de su pecado y que no persevere más en él, sino que tu gracia abunde hasta entrar a su vida.”
Cuando oro las Escrituras, me doy cuenta que mi espíritu al orar cambia. Oro con más seguridad porque sé que lo que estoy pidiendo es la voluntad de Dios. Ayuda a que mi mente esté más saturada de la Palabra de Dios e influya no sólo sobre mis deseos para con los demás en ese momento, sino también sobre mis deseos para mí en el resto del día.
Aprender cómo orar las Escrituras ha cambiado mi vida de oración.
¿Por qué no lo intentas tú?