Botitas tiradas frente a la puerta, un vaso de leche con su tapadera, y ese peluche, en las escaleras, desastre que grita: Aquí vive un niño. Hay muchos “te amo” hay risa y besitos, y justo al momento que menos conviene te abraza la pierna: “¡Mamá, yo ayudo!” El ruido indica: aquí vive un niño. La casa era limpia, la sala, tranquila. Y antes, de noche, se descansaba. Mas con el desastre, vino algo glorioso, feliz esperanza: aquí vive un niño.