Los dioses falsos de hoy no son como los que vemos en la Biblia. Es fácil leer acerca de los que se postraban ante estatuas hechas por manos humanas y preguntarnos cómo pudieran ser tan ciegos, pero realmente, los creyentes de hoy también nos dejamos regir por dioses falsos a quienes tenemos en más alta estima que el Dios verdadero.
Últimamente me he hecho esta pregunta importante y aquí te comparto mis pensamientos sobre el tema.
¿A quién adoro?

¿Adoro al dios de mi corazón?
¿Permito que mi corazón guíe mis acciones? ¿Tomo las decisiones que siento son correctas? ¿Mis sentimientos dictan mi camino en la vida? Si es así, entonces, mis sentimientos también dirigen lo que no hago. Si algo me hace sentir feo, no lo hago. Si algo se siente incómodo, es la decisión incorrecta para mí. Si un camino no es agradable, elijo otro. Si lo que siento en mi corazón es lo que rige mi vida, no adoro al Dios verdadero, sino al dios de mi corazón.
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, Jeremías 17:9b
Pero hay otro dios, igualmente peligroso.

¿Adoro al dios de mi mente?
¿Permito que mi intelecto guíe mis acciones? ¿Tomo las decisiones a base de mi lógica? ¿Mi razón dicta mi camino en la vida? Si es así, mi intelecto también dirige lo que no hago. Si no entiendo por qué es importante hacer algo, no lo hago. Si hay algo que no puedo razonar, es la decisión incorrecta para mí. Si un camino requiere pasos de fe, elijo otro. Si mi intelecto es lo que rige mi vida, no adoro al Dios verdadero, sino al dios de mi mente.
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? Romanos 11:33,34a
¿Quiere decir esto que nunca debo tomar en cuenta lo que siento? O, ¿quiere decir que debo abandonar la lógica?
¡Claro que no!
Vivir sin reconocer el corazón o el intelecto, sería muy peligroso.
Tienen su lugar en la vida. Las falsas deidades de los antiguos como el sol, la lluvia, la fertilidad y la muerte son creaciones del Dios verdadero y son parte de la vida, tal como los sentimientos y la lógica. El Dios verdadero usa todo lo que creó para guiarnos, pero es un grave pecado adorar la creación en lugar del Creador.
…cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador… Romanos 2.25
El Dios verdadero es un Dios todo poderoso. Este Dios es uno que no puedo entender por completo. Es un Dios acerca del cual no lo sé todo. Es un Dios que realmente, puede incomodarme y hacerme sentir lo pequeño e indigno que soy. ¡Pero eso es bueno!
¡Es bueno adorar a un Dios así!
Si yo tuviera un Dios que siempre me hiciera sentirme bien, ¡sería un Dios muy cambiante! Porque lo que siento cambia dependiendo de las horas que duermo, lo que como y mi niveles hormonales. Si yo tuviera un Dios que siempre pudiera entender, ¡sería un Dios más pequeño que yo! Porque los seres humanos ni nos entendemos por completo a nosotros mismos.
El Dios verdadero se define precisamente porque nunca cambia (un cambio indicaría una falta de perfección en algún momento) y porque es más grande que nuestro intelecto (si no es más grande que yo, no queda razón para adorar).
Espero estos pensamientos te lleven no sólo a examinarte para ver si tu vida realmente es guiada por el Dios verdadero, sino también que te lleven a adorar a este Dios tan grande, tan incomprensible, este Dios que nunca cambia.