El apóstol Pablo dijo algo impactante en Gálatas 1:24.
“Y glorificaban a Dios en mí.”
Él estaba contando cómo los creyentes se sorprendieron cuando él se convirtió y cambió de manera radical. ¡Pasó de perseguir cruelmente a los cristianos a predicar el evangelio con fervor! Los cristianos vieron su vida y glorificaban a Dios.
La última vez que leí este versículo, me pregunté, ¿mi vida causa que otros glorifiquen a Dios?

En Juan 15:8, se mencionan dos cosas que en mí pueden glorificar a Dios.
“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”
1. Llevar fruto.
Así como sabemos que un árbol es un limón cuando da limones, los demás sabrán que soy creyente si mi vida lo muestra con cosas visibles. Una vida diferente, una vida que agrada a Dios es una vida con fruto. Y si doy fruto, comprobando que soy creyente, Dios será glorificado.
2. Ser así sus discípulos.
Cristo mismo dio fruto, vivió una vida diferente, vivió de una manera que agradaría a Su Padre. Y al dar fruto, al llevar una vida como la de Cristo, soy su discípulo. Estoy siguiendo sus pasos. Y así como Su vida glorificó al Padre, mi vida también lo hará.
Entonces, en Gálatas 1:24 tenemos un ejemplo, una inspiración a vivir de manera que cuando nos vean, glorifiquen a Dios. Y en Juan 15:8 tenemos dos pasos prácticos para saber cómo vivir para glorificar a Dios.
Habiendo aprendido eso, queda la pregunta para cada uno de nosotros.
Fruto, implica resultados. Llevar fruto como cristianos es un proceso de transformación, en el cual Dios opera en mi vida, tratando con mi carácter con el propósito que yo me reproduzca también. Semilla, planta, crecimiento (maduración), reproducción. Confianza, entrega, compromiso, amor por los demás. Sí, busquemos tener vidas fructíferas y así darle la gloria a Dios.
¡Gracias por leer y contribuir con el comentario!