Las palabras son entes vivas. Nacen todas verdes y doradas, gloriosas. Y al tocar oxígeno estallan en llamas para alumbrar al mundo, abriendo mentes, tocando corazones. Pero tú les robas la vida. Salen de tu boca vanas, secas marchitas. Y al tocar oxígeno, se las lleva el viento, piezas desmoronadas, desaparecen, muertas antes de nacer.