Enséñame el contentamiento. Cuando todo es abundante, mis manos, llenas de bendiciones. Tengo todo lo que necesito también unos cuantos lujos, además, Cristo, conmigo, y rebosa mi corazón. Enséñame el contentamiento. Enséñame el contentamiento. Cuando carezco de tanto… y mis manos, esperando vacías, ni siquiera lo que necesito, mucho menos ciertos lujos. Pero está Cristo conmigo. y Él llena mi corazón. Enséñame el contentamiento.
nuestro propósito
Mi gran propósito
Mi gran propósito es ser como Cristo. Y todo lo que Dios trae a mi vida— las bendiciones y tribulaciones, cada lucha, maravilla o triunfo— son simples herramientas en sus manos, en manos del carpintero perfecto. Y cortan, aplanan, lijan y pulen, y al fin, mi alma, hermosa y útil, reflejará en sus brillantes facetas a Aquel que con tanto amor la labró.
días cotidianos
Hay más honra para Dios En días cotidianos bien vividos Que en actos “muy gloriosos”. Se complace mucho más En días cotidianos bien vividos.
Ser padres es un acto de fe.

Si hay algo que he aprendido en estos últimos 12 meses, es que ser padre es un acto de fe. Pocas cosas en mi vida han sido tan impredecibles como tener y criar a un hijo.
Comenzando con el parto, que no tenía por qué ser complicado. Mi bebé y yo estábamos en perfecta salud. Pero, sí hubo complicaciones. Casi se muere el niño. A mí también me dejó secuelas el parto y perjudicó mi salud durante meses.
Mi hijo ya tiene un año y hemos comenzado a formar su carácter.
Procuramos enseñarle que la palabra “No” tiene consecuencias. Procuramos enseñarle que no siempre puede hacer lo que él quiere. Procuramos enseñarle que siempre, siempre, siempre le amamos.
Hacemos todo esto en fe.
Hoy no podemos ver un carácter bien formado. No podemos saber si entendió el amor de Dios gracias a nuestro amor y lo aceptó. No hay forma de predecir cuál será el resultado de nuestra labor de crianza. Pero, tomamos cada paso en fe.
Lo hacemos porque creemos la Palabra de Dios.
No porque las Escrituras prometan que nuestro hijo será un adolescente bien portado. No porque Dios diga que será salvo. No porque tengamos la seguridad de que si somos buenos padres, él será buen hijo. No hay garantías.
Las Escrituras sí nos mandan a formar su carácter. A enseñarle a obedecer. A instruirlo en sabiduría. A guiarlo por un camino adecuado para él. La Palabra de Dios nos manda y nosotros procuramos obedecer en fe.
Nuestra fe no está en los buenos resultados. Nuestra fe está en Dios.
Antes del parto, pudimos confiar en Dios, no porque todo saldría bien, sino porque Él estaba en control y nos daría la fuerza que necesitábamos. Al formar el carácter de nuestro hijo, podemos confiar en Dios, no porque será una buena persona, sino porque Dios está en control y nos dará la gracia que necesitamos.
Ser padres es un acto de rendición de control. Es un acto de reconocimiento que Dios es soberano.
Ser padres es un acto de fe.
No hice la voluntad de Dios. ¿Ahora qué?
Escribí este artículo para la página del centro evangélico en Zapopan y quise compartirlo aquí también.

Eres creyente pero, ¿has cometido un error terrible? ¿O hiciste algo en rebeldía a la voluntad de Dios? ¿O tomaste un camino incorrecto del que no sabes si puedes regresar?
Gomer tampoco obedeció la voluntad de Dios.
En el libro de Oseas, leemos que ella pasó tiempo y noches con hombre tras hombre, en lugar de serle fiel a su esposo. Su situación pasó de mal a peor y cayó en manos de quien la vendía como esclava. ¿Y quién la compró, pagando un precio extraordinario? Su esposo. Su esposo la había buscado, la había encontrado y había pagado muchísimo para llevársela a casa y ponerla de nuevo en su su posición de honor como esposa, madre y ama de casa.
Dios dijo que Gomer era como Israel, que vez tras vez le dio la espalda y el esposo como Dios que la buscó y sacrificó todo para mostrarle amor.
Con esta historia Dios quería comprobar que Él nos alcanza donde estemos. Si caímos en pecado, si anduvimos en rebeldía abierta, si nos hundimos en profundidades de mal a donde nunca pensábamos llegar, Dios aún nos alcanza. Y Dios aún nos muestra su amor.
Dios puede alcanzarte donde estás.
Ester es otra persona en la Biblia que estaba en donde no debía estar.
Si Israel no hubiera pecado, no los hubieran llevado como esclavos a Babilonia. Si sus antepasados hubieran regresado a Jerusalén cuando el rey de Babilonia les dio permiso, ella no hubiera estado allí aún cuando el reino pasó al rey Medo-Persa que decidió reemplazar a la reina. Si ella no hubiera estado allí, no la hubieran obligado a ir al palacio de un rey pagano que la usaría de concubina. Pero todo eso sí había pasado y ahora ella se encontraba atrapada en un palacio, esperando su noche con el rey. Ya nunca podría tener una vida normal.
A pesar de que ella solo estaba allí gracias a una serie de malas decisiones, se puso en manos de Dios, orando tres días. Y aunque parecía imposible que ella tuviera influencia alguna en la corte de un rey incrédulo y mujeriego, Dios la usó para evitar el genocidio.
Ester empezó donde estaba y Dios la usó. Como Ester, nosotros a veces nos encontramos atrapados gracias a una combinación de malas decisiones propias y de otros. Pero como ella, podemos orar, podemos hacer lo correcto, podemos permitir que Dios obre a través de nosotros aún en esa situación.
Dios puede usarte donde estás.
Moisés tuvo un mal comienzo.
Aunque de niño lo habían rescatado de la muerte y había recibido la educación de un príncipe y líder, como adulto, lo primero que hizo fue matar a alguien. Luego, en lugar de tomar responsabilidad por lo que había hecho, huyó al desierto. Además de homicida, cobarde.
Ahí mismo en el desierto, Dios lo llamó. Moisés (después de ciertas objeciones) obedeció. Y a través de Moisés, Dios reveló su gloria como nunca antes se había visto en la tierra. Dios descendió en toda Su gloria al tabernáculo que Moisés construyó. De hecho, le mostró sus mismas espaldas a Moisés en el monte, porque Moisés no podría ver Su cara y vivir. ¿Y dónde pasó todo esto? En el desierto.
Era un hombre homicida y cobarde pero Dios lo llamó, quiso mostrarle Su gloria y también revelar Su gloria a otros a través de él.
¡Qué esperanza! A pesar de tener un pasado terrible, Dios llama. Quiere mostrar Su gloria no solamente a nosotros, sino también a través de nosotros a los que nos rodean.
Dios puede revelar Su gloria donde estás.
Gomer. Ester. Moisés. Quizás tu situación se parezca éstas. Quizás has sido tan rebelde que no sabes cómo regresar. Quizás estás atrapado por malas decisiones (tuyas y de otros). Quizás has huido de la realidad de lo que has hecho. Satanás hará todo lo posible por ahogarte en la vergüenza de tu pasado, pero no es necesario que te hundas.
Dios puede rescatar cualquier situación. Quiere tomar todo lo malo de tu pasado y encaminarlo a bien.
“Hijitos míos…si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.“
1 Juan 2:1