Si eres cristiano, eres misionero.
Hace unos días, publiqué las razones por las que cada creyente debe ser misionero.
Hoy, en contraste, voy a compartir los peligros de no ser misionero.
Primero, veamos las razones por no ser misionero, creo que se pueden dividir en tres categorías:
- egocentrismo,
- cobardía e
- indiferencia.
Bajo el egocentrismo caben las razones que tienen que ver con uno mismo.
“No tengo tiempo.”
“Me van a tachar de fanático y ya no respetarán mi trabajo.”
“ No puedo sacrificar parte del tiempo que dedico a la tarea por eso .”
La cobardía conlleva otro tipo de razones.
“No me puedo arriesgar a compartirlo allí.”
“Me sacarían del club si les contara del evangelio.”
“¿Qué tal si mi profesor me calla?”
Y finalmente, la indiferencia suena así:
“No sabría qué decir.”
“¿Cómo sé si les interesa o no el evangelio?”
“Ahorita no es el momento.”
Si esas son las razones (por no decir excusas) para no compartir el evangelio,
¿cuáles son los resultados cuando el creyente no comparte el evangelio?
1. Dios no recibe gloria.
Cuando se predica el evangelio, Dios recibe gloria. Gloria, por nuestra obediencia, por la obediencia de otros al evangelio y porque simplemente estamos hablando bien de Él. ¿Y cuando decidimos no predicarla? ¡Es como si quisiéramos privarle de Su merecida gloria!
2. Se pierden almas.
Cuando se predica el evangelio, almas se salvan. ¿Y cuando no se predica? ¿Qué tal si es la única ocasión cuando el pecador está dispuesto a escuchar el evangelio? ¿Qué tal si es el momento de más sensibilidad espiritual? No te lo quieres perder, ¡porque quizás se pierda esa alma!
3. Te pierdes un galardón.
Cuando se predica el evangelio, hay galardón para el que lo comparte. Dios premia cada servicio y obediencia. ¡Qué bueno es Dios! ¡Cuánta gracia muestra al premiar algo que le debemos de todos modos! Y qué privilegio tendremos al llegar al cielo, de poner a sus pies los galardones que Él nos ha dado.
Esta entrada parece bastante negativa. Pero, es importante hacernos estas preguntas.
¿Por qué no estoy compartiendo el evangelio? ¿Y qué me estoy perdiendo al no compartirlo?
Esta es la segunda entrada de tres sobre el cristiano misionero.