Yo sé que no a todos les encantan los niños como a mí. Y sé que no todos se sienten cómodos siendo maestros de la escuela dominical. También, sé que muchas veces las clases de las escuelas bíblicas se dejan a las hermanas.
Pero, creo que cada hermano debe ser maestro al menos durante un tiempo, porque una de las mejores maneras de aprender a predicar el evangelio.

Un predicador del evangelio explica el evangelio a personas cerradas, cínicas y cansadas. Eso puede ser difícil y es mucho más fácil explicar el evangelio a caras inocentes, entusiasmadas y abiertas. Entonces, un grupo de niños es el mejor lugar para empezar a predicar el evangelio para el que a penas comienza. Será de más ánimo para él porque verá reacciones sinceras en las caras de su público al explicar el evangelio. Además, los niños perdonan errores y nervios muchísimo más que los adultos porque nada les da pena y no entienden que al adulto le podría dar pena. Entonces, cuando el maestro dice algo mal o comete algún error no pasa nada, su público lo sigue respetando y escuchando.
Es bueno practicar el hablar en público con los niños antes de ponerse de pie frente a un público de adultos que notarán los nervios y los errores del predicador nuevo.
Los niños se distraen fácilmente y se requiere de creatividad para mostrarles las verdades del evangelio a través de algo tangible, ya sea dibujos, modelos de plastilina o muñequitos de papel. Y los niños no son educados, ¡si algo les aburre el maestro rápido se dará cuenta porque estarán jugando y platicando a media clase! Entonces el maestro aprenderá a siempre observar a los que le oyen y hacer más interesante su presentación si ve caritas aburridas.
Esto ayudará al predicador del evangelio a siempre tener en mente la atención de su público e ilustrar estas verdades tan importantes de una manera que les llamará la atención.
Quizás la razón más importante por la que un predicador debe primero ser maestro de una clase bíblica es esta: las mentes pequeñas no siempre pueden entender los conceptos abstractos del pecado y el perdón. Entonces, el maestro se ve obligado a expresar las doctrinas más sublimes en los términos más sencillos. Y mientras mucha gente cree que eso solo es necesario con los niños, la verdad es que la sencillez es igual de importante cuando uno comparte el evangelio con adultos que no conocen el evangelio.
Ese vocabulario sencillo que aprendió mientras enseñaba a los pequeñitos le ayudará mucho al exponer el evangelio ante adultos que no conocen a Dios, ni creen en Cristo.
Así que, mi recomendación personal es que todos los hermanos, pero especialmente los hermanos que quieren predicar el evangelio sean maestros de la escuela dominical. ¡Esa experiencia les dará herramientas para compartir que usarán el resto de su vida!