Quiero proponerte algo difícil este fin.
¿Puedes pensar en una persona que lleva una vida con la que no estás de acuerdo? Quizás un incrédulo que está viviendo en pecado. Quizás un compañero que abiertamente se burla de los creyentes. Quizás una persona que siempre has evitado porque todos saben que es pecador.
Acércate a esa persona y sé amable.
¿Por qué?
Porque para alcanzar a una persona con el evangelio, necesitas primero ganar su confianza.
No se trata de tenerlo como buen amigo, de hecho no quieres que influya en tu vida, ni que su reputación dañe la tuya. Pero por otro lado si no eres amable, si no estás dispuesto a ayudar cuando lo necesita, ¿cómo lo podrás alcanzar para Cristo?