el legado de mis abuelos

A principios de diciembre, falleció mi abuela materna. 

Un mes y medio después, falleció mi abuelo materno. 

Gracias a Dios, pudimos estar en Canadá en ambas ocasiones y estar con la familia. Entre las lagrimas y las risas de los recuerdos, me impactó mucho el efecto que un simple mortal puede tener en este mundo. 

Mis abuelos nunca fueron famosos; no tuvieron grandes logros que dejarían indelebles sus nombres en la historia del mundo, ni dejaron atrás obras escritas como su legado personal. 

Pero, cada uno, dejó su huella única en el mundo.

Una huella que se sentirá años después de que sus nombres hayan sido olvidados. 

Sus cuatro hijas fueron formadas por la influencia de sus padres. Cada una tomó la crianza que sus papás le dieron y se fue en una dirección distinta. Y donde más se nota la influencia de mis abuelos es en reuniones familiares. Observé que una hija heredó de mi abuela, no sólo el amor por la música, sino la disciplina de practicarla. Otra heredó el sentido de humor de mi abuelo ¡y les causa mucha risa a sus hermanas! Todas siempre tienen sus casa en orden, tal como lo tenía su mamá. ¡Y las cuatro disfrutan salir a buscar ofertas como lo hacía mi abuelo!

Pero, mis abuelos dejaron muchas cosas de valor, no sólo a sus hijas sino también a los nietos: 

  • El amor por los idiomas. 
  • El deseo de profundizar en la Biblia. 
  • El amor por los buenos himnos. 
  • La importancia del testimonio personal. 
  • La gravedad del pecado. 
  • La prioridad de compartir el evangelio. 
  • Lo precioso que es una asamblea al Señor. 

Creo que hasta ahorita, nunca había apreciado todo lo que nos enseñaron mis abuelos a través de palabra y ejemplo.

Y sus vidas me inspiraron. 

Su influencia quedará en las vidas, no sólo de sus hijos y de sus nietos, no sólo entre los que los conocieron, sino también entre los que no. Hay personas en todo el mundo que recibieron bienes físicos y también el evangelio gracias a los esfuerzos de mis abuelos. Esas personas que nunca oyeron sus nombres y otras personas que ya jamás tendrán la oportunidad de conocerlos aún pueden sentir la influencia de sus vidas. Las siguientes generaciones que aún no han nacido podrán sentir la influencia de las verdades que vivían mis abuelos.

Yo también quisiera poder dejar un legado así cuando el Señor me lleve. 

Yo también quisiera que, aunque olviden mi nombre, mi influencia sea una influencia piadosa en las vidas de muchos más de los que jamás me conocieron. 

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Muriel & Jim Webb

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