
Cuando no tienes ganas de orar, lee.
Suena demasiado sencillo, ¿no?
Pero, todos pasamos por épocas en las que estamos tan desanimados, o tan tristes, o tan agotados que no tenemos ni la energía de orar.
Y es en esos tiempos que la lectura más nos puede ayudar.
Es que a través de la Palabra de Dios, lo podemos conocer. Al leer, veremos quién es Dios, aprendemos más de su carácter. Su Palabra lo revela.
Al conocer a Dios, es inevitable adorar. La lectura nos ayudará a recordar o a descubrir cosas nuevas de Su Persona y esto nos llevará a adorar. ¿Cómo no adorar a alguien tan maravilloso?
Y finalmente, al conocer a Dios, al adorar a Dios, comienzas de nuevo a confiar en Dios.
Digo “comienzas a confiar,” porque esa falta de ganas de hablar con Él involucra una falta de fe. Pero, habiendo conocido más del carácter de Dios, y habiéndole adorado por quién es, la confianza regresa de manera natural y una vez más podrás tener comunión con Él, hablar con Él, orar.
Cada creyente pasa por etapas de sequía. Todos hemos pasado por épocas en las que la oración – si es que se hace – no parece pasar del techo. Pero, te quiero animar, ¡sigue leyendo!